Ernesto Bondy, ha puesto sobre mis manos su novela autografiada que es de sus propias autorías. Lo educado, en estos casos —tal como lo hacía don Jorge Fidel Durón—, es acusar recibo por escrito y adelantar algunos comentarios acerca de los primeros recorridos sobre sus páginas, habida cuenta que los autores esperan algunas palabras preliminares de alguien que se dedica, entre tantísimas cosas, a reseñar en forma sintética muchos libros de autores nacionales y extranjeros. Hablo de una anticipación porque es oportuno asincerarnos en el sentido que tenemos varias novelas, viejas y nuevas, pendientes de lectura (o de relectura), las cuales esperamos que algún día la vida –que es tan corta— nos permita aproximarnos con el primor que se merecen algunos buenos narradores.“Caribe Cocaine” es la voluminosa obra narrativa con la cual Ernesto Bondy ha incursionado en el nada fácil subgénero policíaco, presentándonos una historia de entretenimiento con planos diferenciados de amor, intriga, asesinato, investigación y comercio intercontinental de drogas.
Desde el principio el autor pretende convencernos que se trata de la más grande jugada cósmica urdida por el narcotráfico suramericano, que curiosamente habría de verificarse en una de las islas del caribe hondureño. La utilización de la geografía de Honduras es puramente convencional ya que suponemos que el autor desea atrapar a los esquivos lectores nacionales. Pero, tanto por el lenguaje moderno (casi periodístico) como por los personajes internacionales y la trama detectivesca de la obra, los hechos bien pudieron haber ocurrido en las Bahamas o en alguna isla remota del Pacífico Sur. A pesar de la gravedad implícita del tema, el novelista salpica con notas de buen humor algunas de sus páginas cuando habla, por ejemplo, del “Cartel de Washington”. Es posible que el novelista hondureño se encuentre contagiado por algunas temáticas subyacentes de otros autores contemporáneos como Robert Ludlum, Arturo Pérez-Reverte y Luis Astorga, autor este último del libro nada literario “Drogas sin fronteras”. La intención ha sido más que buena y el trabajo de investigación envidiable. ¡Felicitaciones Ernesto Bondy!
Segisfredo Infante